DIARIO DE LOGÍSTICA TRANSPORTE Y ALMACENAJE - 22/11/2023
El futuro de nuestro Estado Confederal.
De la UE, a la Unión de las Españas, UEs.
Y lo que hay que aprender de los fracasos de la Unión Europea.
Lo que nos dicen los fracasos de la Unión Europea como estado confederal, frente al experimento de estado confederal en la península ibérica, es relevante. El paralelismo entre la Unión Europea y España puede ayudar a aclarar a donde va el estado tras las cesiones a País Vasco y Cataluña.
La Unión Europea, es un estado confederal (así la definió el Tribunal Constitucional alemán) que sirve muy bien de ejemplo hacia dónde camina España, y los errores y carencias que se deben evitar.
El paralelismo es extraordinario, porque mientras que la Unión Europea, lleva un larguísimo camino de integración, España camina en el sentido contrario, una menor integración, para algunos desintegración.
Mientras que Europa reconoce, sus carencias en cuanto a una falta de integración de las políticas fiscales, económicas, de defensa, de investigación y desarrollo, o políticas industriales, en las que ha fracasado, con importantes repercusiones en su puesto, en el concierto mundial de las naciones, en España el PSOE, quiere hacer un experimento exitoso yendo en sentido contrario.
La Unión Europea, es un ejemplo de parcial fracaso como confederación, al menos de momento y lleva 70 años intenténdolo. Europa tienes graves carencias por ejemplo, en defensa, no tiene ejercito ni política militar común, es subsidiaria de la OTAN, como ha venido a recordar la guerra con Rusia en Ucrania.
No tiene una política industrial común por ejemplo en los siguientes sectores estratégicos: 1. En el área estratégica de la inteligencia artificial, 2. En el desarrollo de capacidad computacional, 3. En el diseño y fabricación de microprocesadores, 4. En política común de la inmigración. 5. En la investigación y desarrollo en el área de bio médica. 6. En industria aeroespacial. Por mencionar sólo unos pocos, vitales para desarrollarse, y no quedar relegada, tras los EE.UU., China y pronto India.
Estos dos fenómenos deben de examinarse de forma conjunta, y paralela, ya que la consistencia de los dos procesos muestra vivamente los pros y los contras y puede visualizar para los españoles y los miembros de la Unión Europea a dónde se camina, cómo y qué efectos pueden tener diferentes políticas.
La de mayor integración que desean los ciudadanos de la Unión Europea, en general, incluidos los españoles, no siempre es compartida por políticos, que quieren beneficios a corto plazo y no nos referimos a los nacionalistas catalanes y vasco, únicamente, hay que ver lo que los conservadores ingleses hicieron con el Brexit, en contra del deseo de muchos ciudadanos británicos.
La Unión Europea es una confederación de estados que no funciona demasiado bien, aunque es una tremenda mejora de el funcionamiento anterior de guerra perpetua en el continente.
Funciona bien como mercado único, sin barreras arancelarias en las fronteras, pero respecto a la potencia de los Estados Unidos y la emergente China, o India, cuenta cada vez con menor peso específico.
Europa tiene graves carencias al no tener políticas comunes en la investigación el desarrollo y la industria, estas son carencias que no se ven a primera vista pero cuando se ve el sistema centralizado de investigación y desarrollo de la agencia DARPA de los Estados Unidos, se cae en la conclusión de que una confederación de estados de 28 estados independientes necesita hoy en día también, a la par de que conviven diferentes nacionalidades, una fuerte concentración de dinero y capacidades en objetivos comunes como son los enumerados anteriormente.
El Estado confederal que supone la Unión Europea, tiene claro que debe resolver estas carencias, tiene claros los objetivos, pero todavía no tiene nada claro como conseguir esos objetivos.
Ha tenido un éxito parcial con una moneda común, el euro. Pero el mundo ahora va ahora mucho más deprisa. Los cambios tecnológicos no permiten cambios políticos al ritmo de mediados del siglo XX.
Con todo esto España, no tiene claro ni el objetivo de su estado confederal, más allá de una confederación, en la que se pretende la independencia fiscal de dos grandes territorios, por peso económico. Y su progresiva independencia en más ámbitos.
Los ciudadanos de la Península Ibérica, de la nación española España, tienen que reflexionar, que si bien el 90% son europeístas, y asumen como dolorosas esas carencias del estado confederal, de la Unión Europea, cómo van a hacer compatible ese deseo, con una menor integración ibérica.
Porque si la Unión Europea hubiese avanzado o estuviese cerca en el horizonte que avanzar en integraciones fiscales, económicas y las mencionadas de políticas industriales, se podría decir que estas serían resueltas por la Unión Europea, pero eso esta muy lejos de ocurrir. Justamente porque la Unión Europea es una confederación de estados soberanos, dónde son estos los que deciden no sus ciudadanos.
España aunque solo seamos la décima parte de la población de la Unión Europea, somos un país de considerable población, de gran tradición política en la Unión Europea y que debe jugar un papel muy importante en resolver esas carencias de la Confederación de la Unión Europea, pero eso no puede ser así si se convierte ella misma en un experimento de confederación de nacionalidades. Con menor peso político.
España no tiene la dimensión como el resto de los países de la Unión Europea para tener una propia agencia espacial o un propio Silicon Valley o una potente industria del medicamento, o un potente ejército, pero tiene la dimensión suficiente como para comprender que estos problemas del hoy deben ser abordados de forma conjunta también por los territorios de España es decir que el Estado español debe de tener la suficiente capacidad para no solo tener un ejército común, y somos frontera con el sur de Europa, una Policía Federal llámese Policía Nacional o Guardia Civil, importante por ser también frontera con Latinoamérica y con el sur de Europa ante la llegada de drogas o inmigración comprometedora.
El Estado español también debería tener la suficiente potencia económica y los recursos para mantener y coordinar de forma centralizada esfuerzos en otras industrias, donde somos pequeños actores, pero donde se juega un papel nada de señalable como puede ser la industria del automóvil, la farmacéutica y bioquímica, y suplir carencias enormes que tenemos en otros sectores como es el de la investigación computacional, la inteligencia artificial o la fabricación y diseño de microprocesadores, todo esto necesita de la aceptación de unos presupuestos comunes más elevados. No una disgregación del presupuesto nacional.
Hasta ahora por ejemplo la propia Unión Europea ha navegado entre la necesidad de tener esos presupuestos, a solo confiar en que haber construido un mercado único mayor, pudiese producir la aparición de gigantes europeos que compitiesen con los norteamericanos y chinos en estas áreas, pero esa apuesta ha fracasado.
Los Estados Unidos van por delante en todas esas áreas estratégicas y los chinos por ejemplo han desplazado a Europa en las nuevas tecnologías de la movilidad eléctrica, los coches eléctricos.
La gran potencia tecnológica de los Estados Unidos no se puede comprender sin la actuación de una agencia centralizada que aunque su nombre alude a la defensa se convirtió en una agencia de concentración del talento que coordinó esfuerzos en las industrias punteras de internet, el diseño y la fabricación de semiconductores y el poder computacional, que hacen hoy en día a los Estados Unidos el líder mundial en capacidad militar a mucha distancia del resto.
China lleva un gran retraso en concentrar sus esfuerzos en las nuevas tecnologías, pero ha dado un giro a suplir esas carencias. Rusia con sólo 150 millones de habitantes se ha concentrado en las oligarquías del petróleo y del gas y no tiene la dimensión suficiente y habrá que ver lo que hace la India que empieza a ser un poder emergente como ha demostrado poniendo una sonda en la cara oculta de la Luna.
España tiene que elegir, y tiene que elegir al tiempo que se inicia una desintegración fiscal y económica, entre querer jugar un papel importante en ciertas áreas pero a fuerza de concentrar y renunciar a repartir el dinero del Estado y los impuestos, en una barra libre a todas las autonomías o nacionalidades, sin retener cierto poder común de influencia.
El cambio climático es otro ejemplo que necesita de esfuerzos comunes y el depósito de ingentes cantidades de los impuestos en esos esfuerzos que no parecen que sean muy compatibles con esta política de continua puesta en cuestión del Estado central.
Las carencias del Estado Confederal Europeo deben de mostrar a los españoles que les debe de servir como experiencia, a ahora que se quiere construir abiertamente un estado confederal donde Cataluña y el País Vasco manejen totalmente sus propios impuestos.
Los ciudadanos del Estado español todos tendrán que elegir sí van a querer ser tratados Cataluña o el País Vasco, y el resto de España, como países pequeños de la Unión Europea, como Eslovenia o Eslovaquia, o se quiere jugar un papel más grande coordinando las políticas de un país mayor. Esto no se puede hacer sin un Estado español con recursos económicos.
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